El objetivo de este artículo es dejar de manifiesto la brecha existente en la producción, distribución, consumo y archivo de imágenes digitales entre diferentes países. Dichas relaciones conforman unas estructuras de centro-periferia que condicionan la representación y uso del pasado. Una situación que puede llegar a generar la aceptación, o el rechazo, de discursos históricos ajenos, y que depende de la materialidad de la cultura digital.